Originalmente se aplicó a una forma de tocar jazz, dentro del estilo hard bop, fuerte y rítmico, muy visceral, con influencias del blues y el gospel y con elementos de tradición africana; estilo que se llamó precisamente funky, aunque más tarde se le designaba también como soul jazz. Sin embargo, desde muy pronto, el término comenzó a utilizarse para referirse a la música «animada y bailable», en un sentido muy similar al de la palabra groove, a pesar del rechazo de esta identificación por parte de la crítica jazzística.